Un #FF para @Horacio y @Virgilio

“Conscientia mea iterum atque iterum coram Deo explorata ad cognitionem certam perveni vires meas ingravescente aetate non iam aptas esse ad munus Petrinum aeque administrandum”.

Pocos habrían sido capaces de imaginar que una de las noticias más sorprendentes e inesperadas de los últimos años fuera a darse a conocer en una “lengua muerta” como el latín. La renuncia de Benedicto XVI a la silla de Pedro sorprendió a medio mundo por lo inusual de la situación. Pero también fue una sorpresa, y grande, el hecho de que la dimisión papal fuera anunciada en la milenaria lengua de Horacio.

Desde la caída del Imperio Romano, el latín fue transformándose en las diferentes lenguas romances que se hablan en la actualidad y también en otras ya desaparecidas. Durante siglos se mantuvo como la lengua franca de la diplomacia y de la ciencia, pero fue sobre todo la Iglesia católica la encargada de mantener vivo su espíritu.

Pero también en la Iglesia el latín perdió peso con el paso de los siglos hasta llegar a convertirse, en la práctica, en una lengua relegada a la liturgia.

Sin embargo, la llegada del cardenal Ratzinger a la sede pontificia supuso un nuevo impulso para el latín. Benedicto XVI se propuso dar nuevos aires al latín como lengua de una institución con millones de hablantes en decenas de lenguas diferentes. En noviembre de 2012, unos meses antes de su inesperada renuncia, el actual papa emérito puso en marcha la Pontificia Academia de Latinidad, una institución dependiente del Consejo Pontificio de la Cultura del Vaticano y destinada a “la promoción y valoración de la lengua y la cultura latina”, según se recoge en sus estatutos.

La institución fundada por el predecesor del papa Francisco poco antes de su renuncia tiene como objetivos principales “favorecer el conocimiento y el estudio de la lengua y la literatura latina” y promover el uso del latín “ya sea como lengua escrita o hablada”.

El Vaticano ya contaba desde 1976 con otra organización dedicada a la promoción del latín, aunque era poco conocida. “Mediante este decisión Benedicto XVI quiso dar más importancia al latín porque anterior institución Latinitas era una simple fundación, mientras que la nueva Academia tiene un rango mayor”, explica a Wadi el secretario de la Pontificia Academia de Latinidad, don Roberto Spataro.

Evangelización 2.0

La llegada del papa Francisco no ha supuesto, en opinión del religioso, ningún cambio de rumbo en lo referente al nuevo impulso dado al latín en el Vaticano. “Todos los pontífices romanos consideran el latín como un elemento muy significativo para la vida de la Iglesia”, argumenta.

Una de las actividades más populares del papa en este ámbito es, sin duda, la predicación a través de Twitter. El Vaticano difunde los mensajes del pontífice en la popular red social en nueve idiomas: español, inglés, italiano, portugués, francés, latín, alemán, polaco y árabe. Si nos atenemos al número de seguidores, el latín es la sexta lengua más seguida de entre las cuentas oficiales del papa. El día 6 de septiembre de 2013 la cuenta en latín del papa tenía 161.115 seguidores, una cifra muy alejada de los más de tres millones y medio de cuentas que seguían a Francisco en castellano pero que superaba ampliamente a los seguidores en alemán, polaco y árabe.

Seguidores del Papa en Twitter.

Seguidores del Papa en Twitter. 6 de septiembre de 2013. Imagen: Juanma Gallego

“Nuestra principal preocupación son los métodos para enseñar latín de forma eficaz, utilizando para ello las mejores prácticas posibles”, asegura Spataro. “El latín es importante porque nuestra sociedad necesita personas familiarizadas con los tesoros de la sabiduría, el conocimiento y la fe que durante siglos fueron expresados en esa lengua. Este tesoro, que podríamos llamar “humanitas”, es una de las bases de nuestra cultura”.

“Si cortamos el vínculo con nuestras raíces, todos seremos algo menos humanos”, concluye el secretario de la Academia.

El equipo de latinistas que trabaja para el Vaticano se encarga además de asegurar la corrección del latín utilizado en los documentos oficiales, pero también de crear los neologismos que Julio César y Octavio no necesitaban en su día a día. De entre los muchos términos inventados, sin duda el que más éxito ha tenido ha sido el ideado para denominar al propio Twitter: “breviloquentis”.

Pero más allá de lo anecdótico, e independientemente de las creencias, lo cierto es que la llama de la fe ha servido para preservar la lengua a la que deben su existencia grandes idiomas como el español, el francés o el italiano. Y es que tal vez pueda aplicarse a las lenguas la misma receta predicada a 140 por el papa Francisco el pasado agosto. “Fragiles pauperesque sumus vasa fictilia, in quibus quem ferimus immensus adest thesaurus”. “Somos vasijas de barro, frágiles y pobres, pero dentro llevamos un gran tesoro”.

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