JUANMA GALLEGO MIÉRCOLES 28.08.2013

Juan Ignacio Lasagabaster se mueve con soltura por las escaleras de la catedral de Santa María de Vitoria. Su reciente operación de rodilla, de la que aún se encuentra en proceso de recuperación, no le impide mostrar con entusiasmo las últimas intervenciones llevadas a cabo en el emblemático edificio de la capital alavesa. Las dificultades se suplen con una muleta y ese buen ánimo tan característico de las personas que, se nota, tienen el privilegio de disfrutar con su trabajo.
“Va quedar de cine” comenta con orgullo el director gerente de la Fundación Catedral Santa María de Vitoria. Lasagabaster señala unas moles de piedra caliza que yacen ante nosotros encajadas en el suelo en una suerte de gigantesco puzzle.
Es la Bóveda del Milenio, la última joya de la corona de la Fundación y un pequeño gran reto al que no se enfrentaban los maestros constructores desde hace al menos doscientos años. En España las últimas experiencias similares se remontan a finales del siglo XVIII, siendo la cripta de la catedral de Cádiz una de las más espectaculares.
También en el caso de Vitoria se trata de una bóveda plana, compuesta por 348 piezas de caliza negra, traída expresamente de la localidad vizcaína de Mañaria y que servirá a la vez como suelo del presbiterio y como techo de las criptas del edificio.
Tres cámaras documentan todo el proceso de construcción de la bóveda. Las imágenes registradas serán aprovechadas para realizar un timelapse que resuma en unos pocos minutos varios meses de trabajo. Una construcción que, al igual que el resto de las obras, se desarrolla bajo la dirección técnica del arquitecto Leandro Cámara.
“La lógica que utilizamos es muy respetuosa con la catedral”, explica Lasagabaster. “De alguna manera queremos continuar el código genético del monumento. Creemos que recuperar la cultura constructiva de lo persistente es un bonito gesto”.
Una operación a la vista de todos
Los responsables del proyecto esperan poder colocar la última piedra a finales de octubre. Después habrá que esperar varios meses hasta quitar la cimbra, el armazón de madera que sujeta la bóveda mientras se encajan las piezas. “El momento realmente clave es cuando se quita la cimbra y la bóveda no se cae”, bromea Lasagabaster, que se reitera en la idea de poder tener abierto al culto el edificio el próximo 8 de diciembre. “Es la fecha que nos hemos autoimpuesto”, sentencia.
La institución que dirige lleva varios años restaurando la catedral vieja de Vitoria, un edificio con graves problemas estructurales y cuya rehabilitación se ha mostrado en directo a todos los visitantes interesados bajo el lema “Abierto por obras”. Las visitas a la catedral, con casco de obra en la cabeza, han sido uno de los principales atractivos de la ciudad durante estos últimos años.
Los visitantes han podido de esta forma sumergirse en la fascinante biografía de un templo que ha sido testigo de algunos de los acontecimientos históricos más importantes de Vitoria. A ello ha contribuido el hecho de que Santa María esté integrada en la muralla que defendía la ciudad, ejerciendo a la vez las funciones de templo y de fortaleza.

Juan Ignacio Lasagabaster, director gerente de la Fundación Catedral Santa María de Vitoria. Imagen: Juanma Gallego
Es quizás esta función defensiva la que más sorpresas ha deparado a los investigadores. La rehabilitación de la vieja dama de Vitoria ha cambiado en parte la percepción que los especialistas tenían de las murallas de la ciudad. “Hay dos fosos defensivos paralelos a la primera muralla”, indica Lasagabaster. “El sistema defensivo de las ciudad, al menos en la zona norte, era mucho más potente de lo que se esperaba”, añade.
Sólidos muros de afecto
Pero más allá de los datos históricos, Lasagabaster cree que la gran lección del proceso de restauración ha sido constatar el cariño histórico que ha recibido el templo por parte de los vitorianos.
“Como arquitecto me impresiona el hecho de poder visualizar de forma muy clara la lucha histórica por la supervivencia del edificio. Todo este conjunto tiene un valor descriptivo muy interesante, pero también un valor emocional muy potente. Está claro que las sociedades que han estado aquí han apostado por la catedral”, defiende con entusiasmo.
Pese a que las obras de rehabilitación más importantes están llegando a su fin, la Fundación continuará con varios proyectos para que el edificio siga respirando tan bien como hasta ahora. El próximo paso será musealizar la cripta, un espacio que esperan tener abierto al público en verano de 2014. “Estamos contemplando la opción de que haya tres o cuatro temas que se puedan cruzar, en una suerte de malla de itinerarios, de forma que el visitante pueda pasar de un tema a otro en puntos concretos”. Se trata de ideas generales, como la muerte o el poder, que sirvan de excusa para conocer la catedral y la ciudad que la acoge.
Entre andamio y andamio, las actividades se suceden en el templo amurallado. A mediados de septiembre de 2013 la catedral será la sede del encuentro de una asociación de arquitectos conservadores de catedrales de Europa, la primera que se realiza fuera de Alemania. Los conciertos de la Capilla de Música son ya un clásico de la escena cultural vasca y grupos de visitantes de todo el mundo recorren a diario sus entrañas al tiempo que los muros de la catedral devuelven el eco de varias lenguas. En 1907, año en el que el Obispado decidió construir una nueva catedral en el ensanche de la ciudad, pocos habrían imaginado que la vieja catedral, aquella que amenazaba ruina por los cuatro costados, renacería al alba del tercer milenio.